Eva y Ana siempre fueron muy buenas amigas, juntas nunca se aburrían
y siempre se lo pasaban en grande.
Un día discutieron porque Ana le defraudó a Eva en algo muy
importante para ella. Desde entonces eran incapaces de mirarse a la cara,
incapaces de pronunciar una sola palabra. El silencio se apoderó de ellas y así
pasaron los días, las semanas y los meses.
Pasado el tiempo Ana decidió tragarse su orgullo y llamar a
su amiga, a la que tanto echaba de menos, y decirla que si podían quedar y
arreglar las cosas.
Eva y Ana quedaron a las 7 en el sitio de siempre. Ana iba
corriendo porque llegaba tarde a la cita con su amiga y cuando fue a cruzar la
carretera la atropelló un coche.
Eva presenció la muerte de su amiga cuando ambas estaban a
punto de arreglar aquello que el orgullo nunca las dejó.
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